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sábado, 16 de julio de 2016

ALIGERAR la mochila

Las creencias son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta. En muchos casos son subconscientes, y afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean.


Las creencias se forman a partir de ideas que confirmamos o creemos confirmar a través de nuestras experiencias personales.
En términos generales las creencias son asignaciones de significado o de causa, que nos sirven para organizar nuestra percepción y explicar acontecimientos del pasado, del presente y prever los del futuro. Su función es dar un sentido a los actos, de poner en marcha capacidades y conductas.
Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. En ocasiones las valoramos en función de si las consideramos verdaderas o falsas. Con las creencias sucede algo parecido a lo que sucede con los juicios, (de hecho una creencia es un juicio que está profundamente arraigado, con frecuencia en el plano subconsciente). Un juicio no puede valorarse en términos de verdadero o falso, sino en términos de si está fundamentado o no.
La distinción más valiosa respecto a las creencias está en el efecto que producen sobre nosotros, las creencias pueden ser LIMITANTES o por el contrario pueden ser POTENCIADORAS de nuestras habilidades y recursos.
Todos sabemos cómo tomar decisiones dentro de la estructura de nuestras creencias. Pero a veces nos encontramos en callejones sin salida cuando tratamos tratar de alcanzar nuestras metas o manifestar nuestros deseos. Tal vez podamos expresar lo que queremos, pero simplemente parece que no podemos lograrlo, ya se trate de una cantidad determinada de dinero, una carrera satisfactoria, una relación,  o un cierto nivel de aptitud física.
En tales situaciones frustrantes, las responsables son a menudo nuestras creencias. Las creencias limitantes nos impiden lograr lo que queremos, disminuyendo la probabilidad de que alcancemos nuestros objetivos.
Tratar de alcanzar una meta con una creencia limitante es como escalar una montaña llevando una mochila de 40 kilos. Puedes comenzar con entusiasmo, pero pronto cada paso será más difícil y doloroso,  el progreso será lento, a paso de tortuga. En lugar de sobreesforzarte a ti mismo para subir más, una mejor opción sería la de ALIGERAR la mochila cambiando la creencia limitante que te retiene.



Mientras tengamos la certeza que son la verdad, vamos a vivir en función de ellas, y nos vamos a limitar de hacer alguna cosa que desearnos hacer pues las damos como la verdad absoluta.
Seguramente ya sabes que eres libre de elegir tus acciones (respetando las restricciones físicas que puedas experimentar en la actualidad). Y, por supuesto, tus acciones tienen consecuencias. Si realizas una acción y observas una consecuencia negativa, el sabio consejo sería hacer una acción diferente.
Lo que es posible que no sepas es que TAMBIÉN eres libre de escoger tus creencias. De hecho, eres aún más libre de elegir tus creencias que tus acciones, ya que no tienes por qué preocuparte de creer lo que quieras. Pocas personas, sin embargo, aprovechan al máximo la libertad de cambiar sus creencias. Sus creencias tienen consecuencias al igual que sus acciones, y las consecuencias no son siempre positivas.
¿Cómo sabes cuando una creencia está produciendo consecuencias negativas? Busca las áreas de tu vida donde no has podido lograr los resultados deseados, incluso después de probar diferentes enfoques.
Sigues realizando acciones diferentes, sistemas o métodos, pero nada parece funcionar. Lo más probable es una creencia limitante lo que te impide lograr lo que quieres.

Muchos de los problemas que no pueden ser resueltos a nivel de las acciones pueden ser fácilmente resueltos en el nivel de las creencias. Sustituir esa creencia limitante por una nueva creencia (que no te limite) te permitirá realizar acciones diferentes, lo que producirá resultados diferentes.




jueves, 14 de julio de 2016

Tenemos un problema enquistado y estructural y se llama MACHISMO.

Algo falla cuando una niña tiene que esconderse una grabadora en el calcetín para que la sociedad crea lo que lleva dos años gritando: que su padre abusaba de ella. Algo falla cuando una mujer, en teoría protegida por una orden de alejamiento, es apuñalada por su ex pareja en el centro de atención , humillado y hundido a sus madres (no puedo imaginar mayor terror que el de esas criaturas a las que no se escucha, a las que no se respeta)… y algo falla estrepitosamente cuando hasta las mujeres que denuncian son asesinadas. Falla la sociedad. Falla la comunidad. Falla el sistema judicial. Fallan las políticas de prevención y las políticas de protección.
Tenemos un problema enquistado y estructural y se llama MACHISMO.

al que la obligaban a llevar a su hijo para que el maltratador lo viera. Algo falla cuando jueces y juezas obligan a niños y niñas a convivir con los hombres que han gritado, pegado
Pero, al mismo tiempo, algo está cambiando cuando una ciudad entera sale a la calle para condenar las agresiones machistas en sus fiestas. Cuando las redes sociales hierven de indignación ante cada nuevo caso en el que el sistema falla y el machismo gana. Cuando hay adolescentes que se atreven a explicar públicamente sus experiencias de maltrato, cuando cada vez más mujeres se empoderan, se organizan y se ayudan. Incluso diría que algo está cambiando cuando una niña se arma de valor y esconde una grabadora en el calcetín, consciente de su derecho a que la crean y la protejan.
Desde el Ayuntamiento de Barcelona pondremos toda la energía para empujar y acompañar ese cambio desde abajo, profundo, de consciencia, hacia una comunidad de mujeres valientes y empoderadas y de hombres que nos quieran y nos respeten valientes y empoderadas. Trabajaremos para que el maltrato sea identificado, señalado, aislado y condenado por todos y todas. Para que no haya ni una mujer más asustada, sola, humillada, gritada, herida, obligada, abusada… Para que no haya ni una mujer menos por culpa del machismo.

                                            Ada Colau 

miércoles, 13 de julio de 2016

La vida siempre te llama por tu nombre

La vida siempre te llama por tu nombre.
Porque para hablar contigo
no mira alrededor, ni hacia atrás, ni más allá,
te mira a ti. Se dirige a ti. Te pronuncia.
Y quiere saber de tus vivires,
de tus sentires, de tus caídas y levantadas.


Quiere saber qué hiciste, qué pensaste,
qué sentiste cuando te creías en el abandono
y deambulando por el mundo y a su suerte.
La vida no viene a pedirte cuentas,
sino a que te des cuenta.
Cuenta de todo lo que eres,
de todo lo que puedes ser,
de todo lo que más allá te sigue esperando.
Habla contigo sin intermediarios. Te habla a ti.
No busques la vida en las voces de otro,
ni en sus quiebros, ni en sus logros,
porque la vida, para hablar contigo,
siempre te llama por tu nombre.
Salud y paz.
Luis Bueno - Coaching Generativo
www.efeteando.com

¿CUÁL ES TU MASCARA?

Muchas veces usamos "UNA MÁSCARA" con el fin de protegernos,pero en realidad más que cumplir una función de protección es una evasión, una manera de ajuste creativo.
Cada vez que me pongo una máscara lo hago para tapar mi realidad fingiendo ser lo que no soy, lo hago para atraer la gente; luego descubro que solo atraigo a otros enmascarados alejando a los demás debido a un estorbo: LA MÁSCARA.


Cada vez que me pongo una máscara lo hago para evitar que la gente vea mis debilidades, luego descubro que al no ver mi humanidad, los demás no me pueden ver por lo que soy, sino por LA MÁSCARA.
Cada vez que me pongo una máscara lo hago para preservar mis amistades; luego descubro que cuando pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío sino de LA MÁSCARA.


Cada vez que me pongo una máscara lo hago para evitar ofender a alguien y ser diplomático; luego descubro que aquello que ofende a las personas con quien quiero intimar, es LA MÁSCARA.
Cada vez que me pongo una máscara lo hago convencido que es lo mejor que puedo hacer para ser amado luego descubro la gran paradoja... Lo que más deseo lograr con mi máscara es precisamente lo que impido con ella.
GILBERT BRENSON

lunes, 11 de julio de 2016

los niños

Si los niños conviven con las críticas,
aprenden a condenar.
Si los niños conviven con la hostilidad,
aprenden a pelear.
Si los niños conviven con el miedo,
aprenden a ser cobarde
Si los niños conviven con la compasión,
aprenden a compadecerse de sí mismos.
Si los niños conviven con el ridículo,
aprenden a ser tímidos.
Si los niños conviven con los celos,
aprenden lo que es la envidia.
Si los niños conviven con la vergüenza,
aprenden a sentirse culpables.
Si los niños conviven con la tolerancia,
aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con el estímulo,
aprenden a estar seguros de sí.
Si los niños conviven con el elogio,
aprenden a apreciar.
Si los niños conviven con la aprobación,
aprenden a gustarse a sí mismos.
Sí los niños conviven con la aceptación,
aprenden a encontrar amor en el mundo.
Si los niños conviven con el reconocimiento,
aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con la generosidad,
aprenden a ser generosos.

Si los niños conviven con la sinceridad y el equilibrio,
aprenden lo que son la verdad y la justicia.
Si los niños conviven con la seguridad,
aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes los rodean.
Si los niños conviven con la amistad,
aprenden que el mundo es un bello lugar donde vivir.
Si los niños conviven con la serenidad,
aprenden a tener paz mental.
¿Con qué están conviviendo tus hijos?

Fracaso

Fracaso no significa que somos unos fracasados.
Significa que todavía no hemos tenido buen éxito
Fracaso no significa que no hemos logrado nada.
Significa que hemos aprendido algo
Fracaso no significa que hemos actuado como necios.
Significa que hemos tenido mucha fé
Fracaso no significa que hemos sufrido el descrédito.
Significa que estuvimos dispuestos a probar
Fracaso no significa falta de capacidad.
Significa que debemos hacer las cosas de distintas manera
Fracaso no significa que somos inferiores.
Significa que no somos perfectos
Fracaso no significa que hemos perdido nuestra vida.
Significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo
Fracaso no significa que debemos echarnos atrás.
Significa que tenemos que luchar con mayor ahínco
Fracaso no significa que jamás lograremos nuestras metas
Significa que tardaremos un poco más en alcanzarlas