Si las cosas no van como yo quiero, me vuelvo
flexible, maleable, me adapto y empatizo conmigo mismo. Me encanta la sensación
de equilibrio que yo mismo me genero cuando no me juzgo y me hablo con
asertividad.
Desde el día que nacemos… hasta el último de nuestros días,
establecemos una comunicación interna, personal e intransferible con nosotros
mismos que bajo mi opinión es la que determina en todo momento la visión e interpretación
de todo lo que nos rodea.
Para poder escucharse a sí mismo, uno debe hacer oídos
sordos a todos esos mensajes, voces, consejos y demás formas de intromisión
externas, que no hacen más que difuminar y entorpecer nuestra verdadera
esencia. Es difícil escucharse a sí mismo
cuando nuestra atención dirige nuestros sentidos hacia fuera y somos
sometidos a un bombardeo de estímulos
que nos atrapa como un insecto a una gigantesca telaraña, de la cual quedamos prisioneros.
Sería bueno hacer lo que se dice, decir lo que se
siente y sentir lo que sé hace. Pienso, que ser libre, no es hacer lo que se
quiere, es contemplar la posibilidad de poder equivocarse, no estar acertados,
meter la pata, hacer el ridículo, sin necesidad de hacer un drama de ello.
“Hemos de
encontrar un equilibrio entre lo que debemos hacer, lo que queremos conseguir y
lo que nos gustaría realizar.”