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sábado, 25 de junio de 2016

La queja. Eckhart Tolle.

La queja. Eckhart Tolle.
(Extractos).
Una de las ocupaciones favoritas del ego es quejarse de otras personas, es muy satisfactorio, porque mientras más me quejo de alguien, mejor me siento conmigo mismo y más creo estar en lo correcto. El mundo está lleno de gente que te da muchas oportunidades para quejarte. Nunca te faltara gente de la cual quejarte y la vida te hace eso, no para molestarte, sino para hacerte más consciente. Así que todas estas personas que no están a la altura de tus expectativas, que deberían hacer exactamente lo que es correcto, y ser exactamente como deberían ser para llenar tus expectativas, están allí para crear consciencia en ti.

Tienes que estar pendiente cuando te quejes de otros o de lo que sea, incluso de cosas sencillas (como que alguien no llegó a tiempo a la cita), ver si puedes salirte del patrón de la queja. Desafortunadamente para el ego pareciera como si estuvieras hambriento, y eso es lo que es, el ego va
empezar a sentir que se está encogiendo: “si no me quejo me disminuyo, no puedo expandirme si no me estoy quejando”, porque cuando te quejas creces y mientras más fuerte y emocional sea la queja más creces como un globo. Y luego puede que la ira se añada a la queja: “¡estoy harto de esta gente, ¿quiénes se creen ellos que son?!”

viernes, 24 de junio de 2016

cosas fundamentales para llamarse GENTE !!!!!!

Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes
no por un estereotipo social ni cómo lucen.

La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender
que el mayor error del ser humano,
es intentar sacarse de la cabeza
aquello que no sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad,
la bondad, el respeto, la tranquilidad,
los valores, la alegría, la humildad,
la fe, la felicidad, el tacto, la confianza,
la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio
son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa,
me comprometo para lo que sea
por el resto de mi vida,
ya que por tenerlos junto a mí,
me doy por bien retribuido.

martes, 21 de junio de 2016

¿Cuánto ganás, papá?

Cuando alguien te quiere, lo que hace es ocupar una parte de su vida, de su tiempo y de su atención en vos.

Un cuento que viaja por el mundo de Internet me parece que muestra mejor que yo lo que quiero decir:
Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto de 5 años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a la cama del lado de su papá y tirando de las cobijas lo despertó.
– ¿Cuánto ganás, papá? – le preguntó
– Ehhh… ¿cómo? – preguntó el padre entre sueños.
– Que cuánto ganás en el trabajo.
– Hijo, son las doce de la noche, andate a dormir.
– Si papi, ya me voy, pero vos ¿cuánto ganás en el trabajo?
El padre se incorporó en la cama y en grito ahogado le ordenó:
– ¡Te vas a la cama inmediatamente, esos no son temas para que vos pregunte! ¡¡y menos a la medianoche!! – y extendió su dedo señalando la puerta.
Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle al hijo.
– Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 2.800 pesos pero con los descuentos me quedan unos 2.200.
– ¡Uhh!… cuánto que ganás, papi – contestó Ernesto.
– No tanto hijo, hay muchos gastos.
– Ahh… y trabajás muchas horas.
– Si hijo, muchas horas.
– ¿Cuántas papi?
– Todo el día, hijo, todo el día.
– Ahh – asintió el chico, y siguió – entonces vos tenés mucha plata ¿no?.
– Basta de preguntas, sos muy chiquito para estar hablando de plata.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir.
Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de sus padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.
– Papi ¿vos me podés prestar cinco pesos?
– Ernesto… ¡¡son las dos de la mañana!! – se quejó el papá.
– Si pero ¿me podés…
El padre no le permitió terminar la frase.
– Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto de la plata, mocoso impertinente. Andate inmediatamente a la cama antes de que te agarre con la pantufla… Fuera de aquí… A su cama.
Vamos.


Una vez más, esta vuelta puchereando, Ernesto arrastró los pies hacia la puerta.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escucho lloriquear casi en silencio.
Se sentó en su cama y le habló.
– Perdoname si te grité, Ernesto, pro son las dos de la madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no podés esperar hasta mañana?.
– Si papá – contestó el chico entre mocos.
El padre metió la mano en su bolsillo y sacó su billetera de extrajo un billete de cinco pesos. Lo dejó en la mesita de luz y le dijo:
– Ahí tenés la plata que me pediste.
El chico se enjuagó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de allí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos billetes. Agregó los cinco pesos al lado del resto y contó con los dedos cuánto dinero tenía.
Después agarró la plata entre las manos y la puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo.
– Ahora si – dijo Ernesto – llego justo, nueve pesos con cincuenta centavos.
– Muy bien hijo, ¿y que vas a hacer con esa plata?
– ¿Me vendés una hora de tu tiempo, papi?.

Cuando alguien te quiere, sus acciones dejan ver claramente cuánto le importás.”
                                Jorge Bucay.

lunes, 20 de junio de 2016

"Hay días en los que siento la presencia..."

Hay días en los que siento la presencia...
De las palabras que no llegué a pronunciar.
De los sueños que no conseguí seguir.
De las puertas que no me atreví a abrir.
De los hijos que no quise recibir.
De las amistades que dejé morir.
De los miedos que no supe afrontar.
De las oportunidades que esquivé.
De los guiños de la vida que evité.
De las fuerzas que preferí no mostrar.
De los portazos que no acerté a dar.

Y es como si todos ellos
estuvieran en torno a mí, expectantes,
sin presionarme, pero recordándome,
que de algún modo siguen ahí.
Disponibles. Pendientes. Latiendo.

Yo no los confronto, tampoco los invito,
simplemente acojo su presencia,
reconozco que no supe hacer nada distinto.
Que no me atreví a tomarlos de la mano.
Que quizá hoy, tampoco es su momento.

Y aun así, decido honrarme.
Aunque sigan pendientes.

No nací para cumplir una agenda,
sino para aprender a aceptarme
aun con la agenda en blanco.

Salud y paz.

 
Luis Bueno
 www.efeteando.com

BCN_POSITIVE_ATTITUDE



En estos momentos de mi vida, lo único que se con certeza, es que tenía que vivir todo lo que he vivido, para poder saber quién soy. Puedo dar fe que la vida te moldea muy sutilmente, pero no te empuja hacer nada, que tu no desees hacer. Solo te deja mensajes, te abre puertas, amortigua tus caídas y sin esperar nada a cambio.
 Viendo mi parte más oscura,  me di cuenta que no somos tan diferentes, más bien las diferencias se proyectan en la otra parte… en nuestra parte buena…. Pues parto de la idea de que todos tenemos esas dos partes y somos nosotros quien decidimos mostrar una u otra y mi experiencia me dice, que en la parte más fea…. Somos muy parecidos.


 A veces es difícil aceptar quienes somos, ya que posiblemente no esté en sintonía en lo que quisiéramos ser y lo que realmente somos. Deberíamos aceptar que solo podemos ser nosotros mismos y todos los otros puestos ya están ocupados, pongamos el zoom en esa parte buena que todos tenemos y potenciémosla  personalmente pienso que es nuestra mejor opción  ya que no somos lo que decimos que queremos ser, si no que somos lo que hacemos.

                   BCN_POSITIVE_ATTITUDE