Mis cicatrices, mis devenires y mis tropiezos, no son más que el vivo
reflejo de mi inquietud. Inquietud constante, transgresiva, en ocasiones
impulsiva, pero siempre con la inocencia del que no sabe. Inquietud
renovada, inquietud perenne, alocada, sencilla y ante todo, inquietud de
vida. Todo ello huyendo de la monotonía, del sin sentido y de la
rutina. Dejándole espacio a mi mente, fortaleciendo mi corazón y sin
dejar de oxigenar mi alma. Ya no necesito al sol, entendí que un solo rayo, puede iluminar mi vida. Y deje de seguir a mis miedos, pues comprendí que era yo quien siempre fue tras ellos.
Y no se muere de amor, de amor se aprende y no se muere de soledad, de
soledad se crece... No vine para quedarme, ni me fui para no volver,….
No fui consciente de la fuerza de mis alas, hasta que entendí, que solo
yo podía parar mi caída en picado. No me seduce cualquier brisa o aire
desperdigado, ni me engancho al rebufo de nadie. Nadie me invito a
rebatir, ni a opinar y aun menos a decir, pero se olvidan que no hace
falte hablar para expresar una emoción Y no hacer nada, es tomar parte
en lo sucedido.
-MIKEL-