La persona se constituye en cuerpo
(físico) y mente (raciocinio y emociones), ambos son necesarios para el
buen funcionamiento del organismo. Por tanto, tan importante es atender
la carencia física que está sufriendo un determinado órgano, como
atender las necesidades emocionales que tiene un paciente para combatir
dicha dolencia. ¿La solución? LA PREVENCIÓN.
Si aprendemos a cuidarnos física y
emocionalmente evitaremos la aparición de muchas alteraciones
psicofisiológicas o las combatiremos con mayor efectividad en caso de
que se nos presenten.
Se trata de un proceso de ADAPTACIÓN a nosotros mismos y al medio en el que nos desarrollamos.
¿Cómo relacionaríamos una dolencia emocional con una alteración física?
Para hacerlo de manera clara y sencilla
enumeraré los órganos que se suelen ver afectados cuando no hemos
solucionado emocionalmente algo que nos preocupa.
– HÍGADO:
o Se le vincula con la ira, el enfado, y la agresividad.
– CORAZÓN E INTESTINO DELGADO:
o Relacionado con la euforia, histeria, excitación, hipersensibilidad y nerviosismo.
– ESTÓMAGO, BAZO Y PÁNCREAS:
o Se ven alterados por desequilibrios emocionales como la ansiedad, la duda, el escepticismo y los celos.
– PULMÓN E INTESTINO GRUESO.
o Guardan relación con las dificultades para comunicarse cuando uno quiere imponer su palabra, el exceso de autoridad y el dominio sobre los demás.
– RIÑÓN Y VEJIGA.
o Vinculados al miedo, la falta de autoestima, la timidez y la desesperanza
Como podemos ver EMOCIONES y ÓRGANOS van de la mano, por ello es tan
importante hacerle caso a la expresión de las primeras para evitar
disfunciones en los segundos.
CIARA MOLINAPsicóloga Emocional
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