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sábado, 14 de mayo de 2016

No existe complicidad mayor con la injusticia que el silencio de quien sabiendo la injusticia, puede actuar contra ella y no lo hace.

Nuestro error: poner puntos suspensivos donde debe ir un punto y final

 

La vieja costumbre de poner puntos suspensivos nos impide crecer. Si no abrimos las ventanas, no vemos el brillo de la vida; si no dejamos las puertas abiertas nos ahogaremos en la imposibilidad de “dejar ir” el polvo que nos impide respirar. No existe complicidad mayor con la injusticia que el silencio de quien sabiendo la injusticia, puede actuar contra ella y no lo hace.
"La tenacidad y la resistencia ante lo que está acabado se convierten en un revolver metafórico que nos apunta a la sien de manera constante, haciéndonos incapaces de disfrutar de nuestra vida afectiva."
En estos casos la negación juega un papel esencial, pues es el reflejo del fallo de nuestro coraje y de la escasez de recursos para atribuir a esto una realidad emocional negativa. Nos empeñamos, pues, en afirmar que es una “etapa temporal” y rehusamos tomar en serio a nuestros sentimientos  y pensamientos.(Montesquieu)
Lo cierto es que siendo la ruptura un asunto tan serio es normal que nos dé respeto tomar partido en ella. Sin embargo, cuando no lo hacemos acabamos convirtiéndonos en personas ásperas, infelices, irritables, prejuiciosas y condenatorias, lo cual nos envuelve en un agujero negro repleto de contradicciones. Marcando la diferencia en ti, marcas la diferencia en tu mundo.
Como se suele decir, medio pan es mejor que nada pero media tajada o migajas, ¿realmente da sustento a nuestra vida afectiva? Si algo no nos hace felices o una relación no nos hace bien, ¿qué tipo de unión y sostén creemos que vamos a tener.


Seamos realistas: si queremos que lo bueno entre, tenemos que dejar ir

“Dejar ir”, “soltar”, “decir adiós”. Pocas palabras que simbolizan grandes acciones. Más que aforismos hogareños son mensajes claros que nos recuerdan que no merece la pena mantenerse en un lugar en el que nos convertimos en meros observadores, en personas sufridas o en figuras compadecidas.
No vayas donde no te quieran y no te quedes donde no te quieren, esa es una premisa fundamental que debe ser trabajada desde la infancia para que, llegado el punto de necesitarlo, hagamos siempre valer nuestras necesidades emocionales y escuchemos a nuestro corazón cuando debemos hacerlo.
Daríamos lo que fuese por tener motivos para mantener las puertas y las ventanas abiertas pero, sin embargo, no nos queda otro remedio que poner punto y final donde antes poníamos puntos suspensivos. Esa es la máxima que debemos mantener para cuidar nuestra salud emocional, para darnos valor, proteger nuestro corazón y adelantarnos a la vida poniendo la primera persona a la hora de pensar en sentimientos.
No permitamos perder la ilusión y la alegría, tampoco que la desidia y el sufrimiento nos dirijan. Es cierto que es complicado (y triste) poner punto y final a nuestras historias pero cuando no lo hacemos no dejamos entrar nuevas y bonitas historias. No lo olvidemos:
Irse de algunos lugares también es cuidarse.
Alejarse de algunas personas también es protegerse.
Cerrar algunas puertas también es quererse.

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